Encuadre Cultural

Imagen de la Virgen María de la Iglesia de Dios Padre. Nuevo Schoenstatt

Imágen de la Virgen María de la Iglesia de Dios Padre. Nuevo Schoenstatt

Schoenstatt y la "cultura de la vida"

Para los tiempos que se acercan las palabras no serán suficientes, será necesaria la vida. Parece repetirse la historia vivida por el Padre Kentenich. A fines del siglo XIX, Nietzsche proclamó desde la filosofía, que Dios había muerto. Paulatinamente el materialismo dialéctico rompió los vínculos sociales; y en otro aspecto, Freud interpretó la fe como un mito. Es decir, se invirtió el sentido del hombre como imago Dei. A fines del siglo XX no se declaró que Dios había muerto, sino que no era necesario. Y, un Dios que no es necesario o no es Dios, o nunca existió. ¿Porqué tanta seguridad? Porque el hombre dejó de ser criatura para ser "creador". ¡Descifró el código genético! Estos no son los únicos cambios, a medida que el siglo XX avanzó, la masificación dejó de tener el perfil ideológico de las primeras décadas para adquirir interés de mercado. Ya no importa lo que se piensa, sólo lo que se compra. Y, a lo último hasta el psicoanálisis perdió su lugar de predominio, porque lo que interesa no es explicar el origen de las conductas, sino manejarlas. En distintas proporciones y en general, estas posturas nutren la "cultura de la muerte".

El padre Kentenich creció en la época en que la "cultura de la muerte" se incubaba. Vio al idealismo hacerse praxis en el comunismo y el nazismo. La locura de Dachau que conoció en carne propia, no terminó cuando las tropas aliadas abrieron el campo de concentración. Todo lo contrario. Por el avance que alcanzaron el aborto, la eutanasia y los abusos de la experimentación humana, parece haberse diseminado y multiplicado por todo el mundo. El padre Kentenich opuso a la visión reduccionista, materialista y atea del hombre, un estilo orgánico de vida en el cual la vinculación al Padre se constituye en el eje de todas las relaciones humanas: consigo mismo, con los otros hombres, con las cosas y con el mismo Dios. En Dachau vivió la "cultura de la muerte", encontró la forma de superarla, y previvió el Hombre Nuevo en la Comunidad Nueva. Es más, la visión antropológica kentenijiana manifestada en el Acta de Fundación de 1914, contiene las bases filosóficas de la "cultura de la vida" y lleva en germen el enfoque que Juan Pablo II ofrece a la ética y a la bioética, en Veritatis Splendor, Evangelium Vitae y Fides et Ratio.

¿Qué tipo de "cultura" propone Juan Pablo II en Evangelium Vitae?

Es la forma de vivir de Jesús que hizo ingresar en el mundo el ethos cristiano. Ahora bien, siendo Jesús el Verbo Encarnado y su vida la expresión de la Voluntad de Dios su "cultura" es la del Padre. Por lo tanto, la "cultura de la vida" bien podría llamarse "cultura del Padre".

Hoy y por mucho tiempo, dar la vida por Dios será entregarla por la "cultura del Padre". Por lo tanto, es un desafío y un anhelo que el carisma del Padre Kentenich, desde el Santuario del Padre, sea esperanza para la Iglesia y el mundo. En el siglo XXI, sus hijos están llamados a encarnar su forma de pensar orgánica y vivir en el mundo la "cultura del Padre", es decir: hacer filialmente la voluntad de Dios.

Para realizar la "cultura de la vida" es necesario girar la mirada del corazón hacia la vida. . Se necesita un corazón tan humilde y filial como el de María, se necesita una entrega filial a Dios con el espíritu de la Inmaculada. Es una consecuencia de la Alianza de Amor que sellamos con Maria. Hoy, y por mucho tiempo, dar la vida por Dios será entregarla por la "cultura de la vida", que para nosotros significa, la "cultura de la Inmaculada", la "cultura del Padre".